lunes, 8 de agosto de 2011

VOCES




Siempre estamos atentos a lo que pueda pasar a nuestro alrededor, no nos hemos de descuidar ni un segundo, sabiendo la importancia de proteger nuestro íntima integridad, de quedarnos a resguardo de la tempestad que azota las almas allí afuera. Es una circunstancia más del abanico de posibilidades que nos encuentra cada día, siempre con ese aroma tan azaroso.


Solidificados en un pensamiento eterno, somos testigos de tiempo, forma y espacio. Paredes parlantes, vigías y expectantes, con un halo de soberbia intacta. Nos allanan el camino, pretenden dejarnos a un costado rendidos y sin expectativas, a la vez que escuchamos voces que nos desafían a revelarnos contra su cruel determinación.


Somos casi nada, solo un puñado de millones, que se amedrentan sin siquiera dar dos miserables pasos hacia delante. Mendigamos la compasión a la vez que nos hundimos en el ostracismo más absoluto. Queremos cosas buenas pero no esforzarnos para conseguirlas, queremos la sabiduría pero ahorrarnos cultivarla a través de los años.


Que cómodos hemos de ser, cada vez que lo pienso quedo perplejo. De igual manera ya no me asombra la manía de esa actitud, puede ser una de las tantas cualidades de las que alardeamos a la hora de demostrar nuestra grandeza. Aunque no lo consideren es así, es una lamentable actitud, condición de siglos, un muestrario fiel de nuestra inacción a la sometedora fuerza que nos ha de arrastrar.


PD: "No necesitamos que controlen nuestros pensamientos, ni sarcamo oscuro en el salón de clases". Roger Waters.


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