CADENAS

Impensado para estos tiempos que avanzan, modernos, de entre la niebla se erige una sombra de antaño que preocupa a los osados del nuevo siglo e intensifica su temor ante el desamparo de los sueños, ya malheridos. Se agachan ante las maldiciones nombradas bajo el manto sagrado y secreto que oculta corrupción intelectual, errante caminar y dolor infinito.

Capaz que al pensar esto cada uno se haya equivocado por ser la hoja marchita que se arrastra por el suelo, apenas bastan segundos preciados cuando de error se habla, para quedar lejos de la verdad y acudir a métodos no tan conocidos por la modernidad. Salvarse no es cuestión de suplicio obligatorio, por si acaso lo dejo aclarado para que quede asentado de que hay algo más que analizar dentro de la cuestión emcumbrada en esta ocasión.

Para lo demás solo quedan palabras, y algún chasco se han de llevar los protectores del tesoro escondido, que juegan a colonos de las almas y prosiguen con acciones deleznables hacia lo más bajo de la lógica comprensión. Son arteros en su sucio juego, especuladores de la caridad absoluta, nos dirigen hasta el fondo del océano y nos atrapan con cadenas eternas.

Hay que relegar ciertas cosas, aprender a separar, seleccionar, dejar de darle entidad a su causa supuestamente noble. Dejemos que se los lleve la corriente por donde vinieron, no se podrán quedar si nuestro espíritu les da batalla, porque ellos saben que son inferiores, y temen más de lo que creemos. Aunque no lo crean, es así, y no hay porque no pensarlo de esa manera.

R.A.: Quédenselo para ustedes, guarden su íntimo secreto, sigan el instinto y acumulen riqueza durante el arduo camino.