miércoles, 10 de agosto de 2011

MUESTRA




A sabiendas que el principio suele ser el final, para muchos, es que a veces las cosas carecen de lo esencial de ser. Buscamos artilugios para desentrañar incógnitas vacías de contenido, pero sabemos que al fin y al cabo es solo una ilusión más, prefabricada, elaborada y envasada que hace en nuestra mente la delicia de los manjares.


Creo que conocemos un poco mejor las cosas en realidad, mas solo nos dedicamos a las trivialidades cotidianas, también llamado esparcimiento crónico. Estamos tan seguros que dos ojos no mienten que nos creemos una y cada cosa de las que nos hablan, no por verlas, no nos hace falta muestra alguna. La idea de que dejemos de pensar se hace cada vez más factible, eso es innegable.


Que casualidad, el que critica, el que no se queda con la información que le regalan, el que no se engolosina ante farsas y falacias de antaño, de hoy y siempre; ese mismo lamentablemente lleva la peor parte, se los aseguro. Y ahí es que aparecen los relegados, los orilleros, los que realmente están a un lado de todo y de todos.


Es triste, pero genuino a la vez, es una mezcla rara. Las apariencias engañan dicen, lamentablemente nos engañan las apariencias que nos deberían retorcer el estomago, esas que surcan un dolor profundo en el pecho y en el alma. Sin embargo estamos maravillados, los famosos espejitos de colores de la modernidad. Es algo degradante, humillante, lo aceptamos con total aprecio y parecemos ser felices así.


Por supuesto, hay quienes no se dejan llevar por los comentarios. Espero que cada vez sean más.


PD: "Te importa a ti, me importa a mi, son hijos bastardos de la globalización". Roberto Gañán Ojea.


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