COLOSAL

Seremos más de unos cuantos al término de este escrito, los bichos infecciosos que contaminan el panorama de su perfecta creación, esos somos. Que agradable que alguien se refiera con esos términos hacia nuestro orgullo masacrado por ese torniquete que nos aprieta más y no sabemos como hacerlo desistir de su fuerza dominadora.

Me he enterado o me han dicho, que es peor aún, que las razones que uno tiene no sirven sino para el conjunto de razones que razonan de la misma manera que nuestra razón. No sé, talvez sea verdad, pero se puede rescatar que hay mentes brillantes que no razonan por causas ajenas o las hay que razónan con una tendencia al lamebotismo (termino acuñado por los feligreses del S. XV, en referencia al trabajador más destacado con referencia a su patrón).

Pero bueno, dejando de lado ejemplos, tenemos que volver a esas cosas que más por simples que por buenas eran las que iban marcando un rumbo definido y justo para el que se atreviera a surcarlo. No hubo pasado mejor, solamente, hay cosas dentro nuestro que son esenciales, que tenemos todos, pero tenemos que buscarlas, alguna vez las tuvimos a flor de piel y luego se han enterrado en lo más profundo.

No podía dejar de decirlo, la no conformidad tampoco es emoción violenta, es una vuelta a la rueda de los cambios, de lo cíclico de las cosas a lo humano de ellas. No pretendo flores porque no estoy muerto, pero yo creo que hay un ser colosal dentro de cada uno que lucha a destajo por nuestra superación.

Ojalá lo sintamos cuando el llamado se haga carne, no creo que sea demasiado tarde.

PD: "Cuando vendrá la canción primitiva, y no tener más sobre mí corazón una cabeza". Gustavo Nápoli.